TÍTULO: Crónica de una caza.
Sentí un sonido, oí un chillido gélido. Cerré los ojos, respire profundo, agudice el olfato, tranquilice la sangre, enfríe los latidos. Mi lanza de punta afilada estaba lista para asaltar a los leones que nos merodeaban hace ya diez lunas. Eran ellos. Éramos nosotros. Gran Yuggaka estuvo todo este tiempo complaciendo a los Dioses, conjugando hechizos, bendiciendo amuletos, sacrificando a los pájaros y a los cuadrúpedos pertinentes para la tarea de la caza, aguardando el décimo día con febril ansia. Porque ella dijo, que no era el séptimo, o el quinto, ni el onceavo sol, era el décimo. Sin discusión, mando el décimo. Atisbe el ardor en sus ojos, hoy, cuando el sol calentó la tierra y resolvimos salir, luego de tanta espera el momento llegó. Nueve lunas, nueve soles, nueve cielos perdidos en el confinamiento de la caverna, asediados por el miedo, los felinos montaraces jugaban con nuestro temple, se divertían corriendo en nuestro jardín pedrusco, husmeando con su húmedo hocico las provi