Reminiscencias
Cuando abrí los ojos, sabía que había determinado despertar del mejor sueño, de vos. Tus ojos se hicieron presentes una vez más, tu amor me cuidó una vez más, con la calma del cuerpo, con la armonía de tu boca. La soledad pulsó, otra vez. Una herida que se profundiza cada día con la verdad, no estamos acostados en tu hamaca, siendo mecidos suavemente por la cálida brisa isleña, sintiendo nuestros corazones latir en el contacto con la piel desnuda, queriéndonos sin palabras, queriéndonos con el alma descubierta, desarmada, entregada a la honestidad. Tu boca en sueños, turbó mi mañana, atardecí adolorida, cené alienada y me acosté perturbada por mis conjeturas interminables, incesantes misiles que procuro silenciar con el sol, empero cavan hondo y al salir la primera estrella, mis esfuerzos lastimosos apenas brotes de valentía, son socavados. Estas conjeturas, transmutan en pequeños demonios, que juzgan al destino, son irracionales, se enojan con el mundo, gritan el odio de no